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martes, 29 de septiembre de 2015

Recordar es volver a vivir y si es dulcemente, mejor.



Este no es un post asociado al relanzamiento de alguna marca de golosinas ni un “cómo desarrollar una campaña de lanzamiento o una estrategia de comunicación en 5 pasos”: tampoco el análisis o la crítica, constructiva como siempre, a la campaña de alguna marca actual. Surgió de un artículo leído hace algunos días pero de una realidad ajena a la nuestra, lo que me hizo de inmediato pensar en aquellos dulces, galletas, caramelos, chocolates y chucherías de cuando era niña.  Aquí valen dos menciones porque claro, nuestra infancia no ocurrió en el mismo espacio y tiempo.  Mi “infancia” se ubica entre mil novecientos setenta y pico y mil novecientos ochenta y pico.

La primera mención a la que haré referencia es que hasta los ocho años fui alérgica a los dulces, salvo el azúcar adicionado a la leche o a los jugos de fruta, cualquier otro dulce que mi sistema detectara me convertía de manera automática en una roncha con pelo rubio con una picazón insoportable para cualquier ser humano y más, para una niña. Entenderán que esos primeros ocho años, sobre todo los últimos cuatro, fueron una tortura, viendo como todo mundo comía dulces y yo, bueno, yo sólo podía ver. Afortunada y exactamente a los ocho años la alergia desapareció de la misma forma en que llegó a torturar mi infancia.

La segunda es que los dulces a los que haré referencia no son los únicos, seguramente había muchos más pero como de costumbre, este post está más asociado a mis propios gustos y recuerdos de manera que serán bienvenidas las menciones a aquellos que ustedes preferían o que recuerdan pero que hoy no están más.

Mis recuerdos son tan #Vintage que ni siquiera existen buenas o siquiera imágenes en la red de todos ellos como para vestir decentemente este post de manera que la lista siguiente no tiene ningún orden determinado que no sea aquel en el que los fui recordando.

1.    Chocolate Juguete de Motta, ese chocolate que al abrir la envoltura traía un “minitoy” que no era otra cosa que la figurita de algún personaje como el Oso Yogui, Benito Bodoque, el Perro Pulgoso, La Hormiga Atómica y todos los de los dibujos animados de esos tiempos.

2.    Chocomel - El Tigre, niño #Vintage que se respeta se tiene que haber atorado una y más veces comiendo Chocomel que no era otra cosa que un polvo de cacao que lejos de ser usado para la leche, comprábamos “pericoteando” algo del vuelto y claro, como te lo comías rapidito te pegabas las atoradas de la vida.

3.    Tico – Tico Chipy,  bolitas dulces de colores que, en mi caso, fueron adoptadas por ser el sustituto perfecto a los cereales que alguna vez una de mis hermanas mayores me había traído de EE.UU. Recordemos que en esos tiempos de gobierno militar, las importaciones estaban prohibidas así que no, no ibas a Wong o Vivanda (porque no existían) a comprar productos importados.  Aquí solo teníamos los Súper Epsa y no encontrabas ni arroz ni azúcar pero esos son otros recuerdos.  Es así que tu plato de leche tibia con una bolsa de Tico – Tico eran los Fruit Loops de hoy.

4.     Caramelos Monterrico, los caramelos que mi tía Nelly llevaba a casa en bolsa grande pero que para variar, yo no podía comer ¿Recuerdan mi alergia? En esos tiempos, mi tía tenía un mini Market en San Borja y siempre que iba a casa me llevaba mis caramelos Monterrico, esos que no podía comer más un lápiz un borrador…nunca entendí por qué. Menos mal que para cuando cumplí ocho y la alergia desapareció aun se encontraban estos caramelos deliciosos (junto con los de chicha y los Cocococos de Pera mis favoritos)

5.     Galletas Marquesitas de Royal, no las de Victoria, no las de ahora, las Marquesitas de Royal eran la vida, calientitas, buenazas así que como toda repetición es una ofensa, esta no fue la excepción.

6.    Muss de Cremino, esa crema de chocolate y avellana que hoy bien podría decir que era el abuelito de la Nutella. Casi no venía nada en el potecito pero que definitivamente era una de mis chucherías favoritas.

7.    Pippos Field, si no pongo a los Pippos, más de un amigo o amiga me querrá colgar del palo mayor, probablemente me elimine de facebook o me de unfollow, reporte como spam y bloquee en twitter. Los Pippos eran salados y de hecho nada tienen que hacer es esta relación de recuerdos dulces pero de todas maneras van porque no solo eran más buenos que el pan sino que, cuando los relanzaron no pasó nada.  No le corrían un metro a los Pippos originales.   

El tiempo ha pasado, el mercado de las golosinas y el gusto de los chicos de hoy ha cambiado y hay algunas chucherías dulces que simplemente no entiendo y otras que no me gustan, que no me atraen porque claro, ya no soy la niña de los 70s y 80s que conectaba en 3, 2,1 con el mensaje, con el jingle, con los colores, con las imágenes, porque simplemente ya no soy el target. El gusto, como la belleza, es subjetivo y personal pero mis recuerdos, mis improntas me pertenecen solo a mí y estarán conmigo por siempre.  ¿Te acuerdas de tus dulces favoritos?