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viernes, 11 de mayo de 2012

Madre, 365 días del año


Normalmente no suelo postear los viernes y los fines de semana pero naturalmente, el segundo domingo de mayo, es, por lo demás, un tema del que siempre podemos hablar en extenso, principalmente porque, para mi, el Día de la Madre no debe ser sólo un día, debe ser cada día, cada hora, cada minuto y segundo de nuestras vidas y es que, nada, absolutamente nada de lo que hagamos podrá pagarles el habernos dado la vida. No debemos limitarnos a quererla, amarla, atenderla y adorarla el segundo domingo de mayo y al día siguiente volver a la rutina de los otros 364 días del año.  Mi madre ameritaría escribir un libro acerca de ella, de su vida, de sus sacrificios, de sus tristezas, de sus éxitos, de su corazón inmenso lleno de amor para todos, de su desprendimiento y su capacidad de comprensión, de su constante cariño y apoyo.  Probablemente no hay quien pudiera decir lo contrario acerca de su madre pero aunque suene trillado mi mamá es lo máximo.

Nació en Barranco y sin importar que la mayor parte de su vida ha vivido aquí, en Jesús María, ella será siempre barranquina, conoce todos los lugares que hay que conocer en Barranco.  Nació y vivió su infancia frente al Parque Raimondi, en una quinta muy sencilla, muy humilde con mis tías, tío y mi abuela quien sola tuvo que sacar a sus cinco hijos adelante. Penúltima de cinco hermanos, una niña alegre, estudiosa, deportista, juguetona y traviesa, con un corazón inmenso, siempre ayudando a pesar de lo poco que tenía.  Tan traviesa era que una vez tuvo la brillante idea de ponerse a jugar con un “yas” que estaba dentro de una botella y que dejaba caer una y otra vez como si la botella tuviera líquido adentro y ella lo bebiera.  En una de esas el “yas” se le pasó hasta la garganta así que buscó a mi abuela que la vio casi morada y solo atinó a cargarla sobre su hombro y darle una palmada en la espalda que hizo que expulsara el "yas". ¡¡Ahh que niña para traviesa!!


Una de las cosas que más recuerda de su niñez es el terremoto de 1940, ella estaba en el nido y gracias a otro niño, mayor que ella, se salvó de morir aplastada por un dintel que cayó sobre el niño que la empujó y que lamentablemente perdió la pierna. Desde chica tuvo el deseo de ayudar a mi abuela así que, con otros amigos, lijaba piezas y armaba mueblecitos de madera para el señor Nash, uno de sus vecinos que se dedicaba a hacer y vender juguetes y artículos de madera. Ese fue su primer trabajo y su propina se la daba íntegra a mi abuela.  A los 13 años y durante sus vacaciones escolares, con autorización de mi abuela se buscó un trabajo de acomodadora en el Cine Orrantia, todo estuvo bien hasta que su madrina, Olga Carrillo, la vio y se “indignó” llegando incluso a increpar a mi abuela por permitirle a mi mamá trabajar de acomodadora.  De más está decir que quien trabaja lo hace por necesidad pero intento entender a la señora Olga, eran otros tiempos. Un día le pidió prestados a mi tía Rosa unos zapatos de taco se arregló y se pintó, para aparentar más edad y se presentó a Mercantil Electra de Alberto Casinelli, a quien le dijo que tenía 18 años, que era de Huacho y que por eso no tenía sus papeles a la mano y que a pesar que nunca había trabajado en una oficina quería aprender. Como la sinceridad paga, la tomaron inmediatamente. Su siguiente trabajo fue en Casa Nylon Bearshare con el señor Juan Adahui.  Justo al lado quedaba una distribuidora de bicicletas Monark y su dueño, el señor Hamilton, le daba todos los días una bicicleta para que le hiciera publicidad y se fuera hasta su casa a almorzar y luego regresara.


Mi mamá siempre sonó con se hostess pero lamentablemente no pudo. Debió dejar el colegio en tercero de secundaria para poder ayudar en casa. Creo que esa es la razón por la que siempre le gustó tanto poder viajar. A pesar de eso jamás tuvo resentimiento alguno para con mi abuela, por el contrario, creo que era la que más se esforzaba en ayudarla.  Mis tías mayores y su hermano, menor que ella, también trabajaban y, de la misma manera, entregaban todo lo que ganaban a mi abuela para que ella lo distribuyera de la manera mas adecuada.

Con permiso notarial de mi abuela, mi mamá se casó a los 16 años y a los 17 tuvo a su primera hija; para sus 20 ya habían nacido sus tres hijas mayores. Como mi mamá nunca se detuvo decidió estudiar secretariado, oratoria y una serie de cursos complementarios para poder estar mejor capacitada.  Mis hermanas empezaron a crecer y con ellas la constante preocupación de toda madre al ver venir la etapa escolar y las muchas necesidades que generaría el tener tres hijas. A pesar de vivir en casa de sus suegros en Barranco y contar con su apoyo se dio cuenta que tenía que regresar a trabajar, mucho más cuando el papá de mis hermanas enfermó. Mi mamá siempre dijo -lo sigue diciendo- que uno debía luchar para que sus hijos jamás pasaran las necesidades que uno pudo haber pasado de chico, esa es una de sus máximas. “Siempre igual o mejor que tu, nunca peor”, es la otra.

Hacía de todo: cocía vestidos para las empleadas del barrio, que cada domingo estrenaban uno para su día libre, puso un taller de costura en el tercer piso de la casa donde diseñaba y elaboraba chompas, hacía soldaditos de plomo y fue en esos tiempos y gracias a la información de sus vecinos y amigos, los Dulude, que descubrió que era sonámbula.

Cuando mi hermana mayor cumplió seis años se armó de valor y salió a buscar trabajo y mientras caminaba por la Av. Larco y se encontró con el dueño de la casa Nelson a quien conocía y le contó que estaba buscando un trabajo. Este le entregó dos tarjetas de recomendación, mi mamá hizo de “tin marín” y salió la de Pacifics Trading, coincidentemente la dueña de bicicletas Monark, ahí trabajó en el area de archivo y luego el control de clientes de provincia. Al salir de Pacifics Trading, trabajó en Wells Televisión, donde comercializaban piezas y repuestos para equipos de televisión.   


Un día mí tía Rosa Reverdito le pasó la voz porque estaban contratando personal para el Seguro Social del Perú, ella se presentó y se quedó por casi treinta años de servicio ininterrumpido, siempre ayudando a los demás, siempre haciendo lo que había que hacer como debía ser hecho.



Mis tres hermanas estudiaban en el Colegio Americano Miraflores así que por las tardes trabajaba en venta de publicidad en el Diario Correo y Expreso. La verdad yo todavía no sé como hizo para tener dos trabajos de día, otros tantos de noche y criar a sus hijas, revisar sus tareas, darles de comer cada día, bañarlas y meterlas a dormir.  Con el paso de los años mis hermanas crecieron y cada una tomó un rumbo distinto en sus vidas, se casaron, se fueron a vivir a otros países y de la misma manera mi mamá prosiguió con su vida.  Debo decir que mi mamá era un “cuero” y muchos la pretendían pero conoció a mi papá y bum.



Luego nací yo, claro, y mi mamá siguió trabajando para que nunca  faltara nada.  Durante el gobierno militar la vida era muy difícil, escaseaba de todo y las cosas eran muy duras pero ella se las ingenió siempre para solucionarlo todo.  Gracias a su esfuerzo y su trabajo ha podido viajar por el mundo, es por eso que siempre me decía que antes de casarse uno debía viajar y conocer todo lo que pudiera. 

Cuando decidió salir del Seguro, que en ese momento era el IPPS siguió trabajando, primero administrando una academia de matemáticas, luego en el Instituto Katharine Gibbs School, en la auto boutique de mi cuñado y como vendedora libre de Mitsui.  Mi mamá es incansable, siempre está haciendo algo, además de cuidar su casa y su familia, si no está haciendo chocolates, está haciendo vestidos para bebés, muñecos de peluche, repujados en aluminio, guantes y mandiles para cocina.  Como pueden ver, mi mamá es “multitasking”.

Mi madre es casi una santa, ha cuidado, además de los familiares inmediatos, a una infinidad de personas durante su agonía: a sus suegros, a su madrina, a su consuegra, a la hermana de su suegra y es que mi mamá tiene un corazón que no tiene límites, yo no podría hacer ni la mitad de todo lo que ella ha hecho por tantos otros.  A mi madre le ha pasado de todo, ha burlado a la muerte tres veces,  -siempre le he dicho que tiene más vidas que un gato- perdió dos hijos antes de nacer, ha visto morir a sus padre, a su “Yayita”, su suegra y una de las personas a las que ha querido más en su vida, a su madre, días antes del Día de la Madre, a su hermana Angélica y luego a su hermana Rosa, a Gian Carlo, su nieto mayor, a su nieta Flavia, a su cuñada, mi tía Carolina, que era como una hermana y una madre para ella, a mi viejo, su esposo y compañero de vida por más de 40 años, a su hermano Lucho y finalmente a una de sus hijas, mi hermana Lucy y a pesar de todo ese dolor y sufrimiento sigue entera sobreponiéndose a todas las tristezas y dificultades que hasta hoy la vida le pone.


Recuerdo que un día caminábamos por la calle y dentro de las muchas anécdotas de su vida, me contó que un día, cuando aún mis hermanas eran chicas, pasó frente a una vidriera y vio un árbol de navidad que la adornaba. Estaba hecho a base de un tronco de madera, pintura y unas hojas artificiales muy lindas.  Como ella no tenía dinero para comprar un árbol de navidad decidió hacer uno para la casa así que se buscó un lindo trozo de un tronco, compró pintura escarchada, buscó hojas de árboles que ella misma recortó y con otros insumos diseñó, armó y pintó su propio árbol de navidad.  Hasta ahora no puedo dejar de llorar cuando recuerdo esta o cualquiera de las anécdotas de la vida de mi mamá. 


Ella me enseño a comer sola, a caminar, a vestirme y a leer; me enseñó a ser puntual, respetando mi tiempo y el de los demás pero también me enseñó a que uno debe respetarse a si mismo a pesar de todo, que jamás debemos arrastrarnos ni humillarnos aún ante la peor de las necesidades, me enseñó a apreciar las cosas más pequeñas y también las más grandes, me enseñó a querer y a cuidarla justo como ella hace conmigo hasta hoy.  Mi madre no es solo la persona que más quiero, es la persona que más admiro porque es el mejor ejemplo de que, a pesar que la vida se empeñe en derrumbarte, debes siempre ponerte de pie y seguir luchando, mientras hay vida, hay esperanza. Su capacidad de amar y de desprenderse de todo por los demás es simplemente admirable.  Ella no juzga, no señala, no te mira por arriba de los anteojos, por el contrario, solo tiene amor y cariño para dar. Cuatro hijas, 15 nietos, 24 bisnietos ha producido mi mamá en lo que va de su vida. Una vida que lo único que ha hecho es dar vida y mucho amor.


2 comentarios:

  1. Hermoso el cariño que le tienes a tu madre, es una gran persona por lo que he leído. Un abrazo para ella y otro para ti mi gringa linda

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  2. Gracias mi reina querida, mi madre, aunque suene trillada, es la mejor madre del mundo y por eso la única cosa que me importa es que ella sea feliz y siempre esté bien. Besote a tu madre este domingo y a la de Jose.

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