Recuerdo mucho que cuando niña, allá por
los años 70, mi mamá siempre me decía: “si alguna vez te pierdes o pasa algo,
busca a un policía porque él te regresará a casa”. Claro está que una de las
primeras cosas que me enseñaron fue a aprender de memoria mi nombre completo,
el de mis papás, la dirección de mi casa y el número telefónico. Con todos esos datos y encontrando a un policía,
que los había en cada esquina, todo se resolvería. Las campañas incluso promovían mucho la
frase: “el policía es tu amigo”. En aquellos
tiempos la sola presencia de un policía era sinónimo de seguridad y autoridad.
Con mucha pena debo decir que para mi ese
concepto ha cambiado. Yo no tengo hijos
pero de ninguna manera le diría a mis sobrinos, “si te pierdes busca a un policía”,
simplemente le daría otro tipo de referencias o indicaciones para buscar
seguridad y tratar de comunicarse o volver a casa. Es muy triste tener que decirlo porque de
alguna manera se generaliza pero sería muy difícil, a simple vista, saber cual policía
es bueno y cual no lo es, en cual se puede confiar y en cual no así que, ante
la duda, mejor optar por lo seguro.
Mientras que antes si teníamos miedo o estábamos asustados podíamos
buscar a un policía para sentirnos protegidos hoy no sabría decirles con quien
me siento más insegura, si con un ladrón o con un policía, lo que sí es seguro
es que de ambos correré.
Hoy se cumple un año desde que el joven Gerson
Falla Marreros murió a consecuencia de la brutal golpiza que le propinaron policías
de San Borja y hasta ahora no hay detenidos ni mucho menos se ha iniciado un
juicio para determinar las responsabilidades.
A simple vista este podría ser un caso aislado, cometido por malos
policías a quienes la ley deberá juzgar pero lamentablemente no es así. El Ingeniero
Wilhem Calero,
fue intervenido por un escuadrón de las Águilas Negras el 14 de julio de 2010
en circunstancias en las que buscaba la protección de la policía al sentirse
seguido por delincuentes pero que, lamentablemente falleció asesinado en el interior de un patrullero de las Águilas Negras
a manos de policías. Hace unos días Henry Suyón Beltrán, joven diseñador, habría sido asaltado y golpeado
brutalmente por agentes del orden en aparente estado de ebriedad en el distrito
de Independencia.
Como estos hay muchos casos más de peruanos
que denuncian, además, abuso de autoridad, robos, amenazas, seguimientos a
ellos y a sus familias por el solo hecho de denunciar irregularidades o delitos
cometidos por policías que deberían proteger a los ciudadanos y no actuar como
delincuentes con uniforme. Personalmente
he trabajado con policías en actividad y en retiro y tengo, desde hace muchos
años, amigos policías que son personas honestas y correctas que cumplen o han
cumplido con su labor de manera cabal y como ellos muchos otros deben sentirse
avergonzados e indignados por casos como los que cada día se conocen a través
de los medios de comunicación y que, por supuesto, indignan también a todos los
peruanos.
Me pregunto ¿Quién protege a los ciudadanos
de la policía? Sé que no es correcto generalizar pero creo que algo muy serio
está sucediendo con nuestra policía nacional.
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